Corría el mes de Mayo, en aquella apacible y cálida tarde de primavera, la armonía y la paz reinaban en el Poblado. Todo se truncó de repente, cuando en el horizonte vimos aparecer, cual ejércitos devastadores embriagados de poder, las hordas del CRISTOBISMO más despiadado y desenfrenado. Más que un mitin electoral, aquello fue, “la toma de San Julián”, con el caudillo al mando y su lugarteniente como brazo ejecutor en la aldea, había que sofocar aquel brote de rebelión surgido que amenazaba la estabilidad del régimen establecido, la pérdida de su privilegiado “status” y dejar claro quién era el señor del castillo.
Los apacibles labriegos, tuvimos que aguantar aquel beligerante y arrogante discurso en el que ellos mismos, los oradores, se enaltecían ante “lo mucho y bueno” que habían hecho por nuestra Aldea. Nos hablaron de drogas y de inseguridad ciudadana, de mala gente…., en San Julián….., alguien pensó que se trataba de un error, que le habían cambiado los papeles, pero no, parecía ser que efectivamente el discurso era para aquí, puesto que al final, como colofón, el gran regalo, ¡la reapertura del bar!, el gran logro de la legislatura, eso sí, sin dar explicación alguna acerca del procedimiento de adjudicación, todo se hizo de prisa y corriendo, con el más absoluto oscurantismo, a sólo unos días de las elecciones y es que para que su discurso funcionara, faltaban algunas piezas que encajar.
Todos cuestionamos la legalidad de esta adjudicación, arrendamiento o llame se como se le quiera llamar, se trata de una vivienda y local de titularidad municipal sin condiciones de habitabilidad al no disponer de suministro de energía eléctrica y de una familia, azotada por la crisis, sin recursos para poner en marcha la explotación del negocio, que ante la necesidad imperiosa de un techo, tuvo que aceptar la maquiavélica propuesta, encontrándose en la actualidad en una situación de desamparo, sin luz y con un menor a su cargo.
Alguien tendrá que dar una explicación a esta situación, porque aunque el caudillo cayó víctima de la rebelión del Pueblo, aquí, en la aldea, continúa su lugarteniente y resulta paradójico que habiendo por ahí casas de “protección oficial” vacías, estemos asistiendo a estos lamentables dramas familiares.
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