AAVV SAN JULIAN

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jueves, 30 de octubre de 2014

LA AMBICIÓN.



RAMON Ribes 29/10/2014 Publicado en DIARIO CÓRDOBA.
La ambición está mal vista en nuestra malherida sociedad. Por lo general, las personas ambiciosas son vistas con recelo por la comunidad. Es difícil oír a alguien reconociendo ser ambicioso en nuestro medio. El "buenismo" que nos invade ha hecho que los ambiciosos sean tomados por egoístas insolidarios y potencialmente peligrosos.
Aunque muchas personas ambiciosas se salten los principios éticos y morales para conseguir sus objetivos, no debemos confundirnos; hay una minoría de ambiciosos que quieren ganar sin hacer trampas. No todos los tipos de ambición son iguales. En mi opinión hay tres tipos de ambición: la ambición de tener, la ambición de ser y la ambición de hacer.
La ambición de tener es paradójicamente la más pobre de las tres. Querer comprarse una finca, por ejemplo, no tiene nada de censurable siempre que se consiga el dinero necesario para su compra de forma legal y éticamente irreprochable. El que solo ambiciona tener puede quedarse sin combustible emocional una vez conseguidos sus objetivos materiales como les pasa a los equipos que lo han ganado todo.
Quedarse sin objetivos a mitad del camino es existencialmente insoportable. Conozco varias personas "con la vida resuelta" que no levantan cabeza; haber triunfado en los negocios o en el deporte pertenece a su pasado y la ausencia de problemas económicos no les proporciona ninguna satisfacción al igual que no tener dolor no proporciona una especial felicidad al que nunca le ha dolido nada. No tener que seguir luchando por la vida los ha convertido en el león del zoo que, por no tener que salir a cazar, ha perdido su esencia.
La ambición de ser es aceptable o censurable dependiendo de cómo se utilice la posición personal obtenida. La ambición de ser Catedrático, por ejemplo, es censurable o no dependiendo de lo que ese Catedrático esté dispuesto a devolverle a la sociedad una vez obtenida su Cátedra. Si el cargo lo usa exclusivamente en beneficio propio la ambición de ser resultaría censurable.
"Después de haber sido ayudado tanto, estaba en mi corazón ayudar un poco" así reza una inscripción en la Biblioteca Municipal de Boston. El mecenas que la financió expresaba su necesidad vital de devolver a la sociedad bostoniana una parte de lo mucho que esta le dio. Cuando un catedrático se vuelca en la docencia y la investigación hasta convertirse en un referente para sus alumnos, entonces su ambición de ser habría merecido la pena porque "ser" le habrá servido para "hacer".
La ambición de hacer es la más loable de las ambiciones siempre y cuando lo que se haga suponga un beneficio para los demás. Hacer para uno mismo no tiene valor alguno. La ambición de hacer, de transformar la sociedad para que esta sea más justa es tan loable que le ha costado la vida y la libertad a muchos de los que han tenido la ambición de hacer la sociedad más justa. La ambición de hacer requiere generosidad y arrojo porque los emprendedores encuentran en su camino toda suerte de obstáculos y dificultades.
Solo la ambición al servicio de los demás es admirable. El resto de formas espurias de ambición deben ser denostadas. Tener y ser deben ser medios y no fines, meras herramientas para hacer un mundo mejor.
* Médico
 Interesante artículo y curiosamente de rabiosa actualidad, porque......¿quién?,  no se siente víctima hoy día en este país de la más que censurable ambición de quienes en lugar de hacer de la Política la herramienta para mejorar la vida de las Personas en general, lo han hecho para mejorar la suya propia en particular.
 Desde Cabo de Gata hasta Finisterre, desde Ayamonte hasta el Cabo de Creus, pasando desde luego por San Julián, ningún lugar de esta España nuestra se ha librado de tener su peculiar  "Juan Palomo", que siguiendo al pié de la letra aquello de "yo me lo guiso, yo me lo como", su única preocupación en política ha sido satisfacer su propio egoísmo personal, estos y no otros, son los verdaderos antisistema que la Justicia tiene que condenar.