AAVV SAN JULIAN

AAVV SAN JULIAN

martes, 31 de julio de 2012

TODA LA VERDAD.


     SAN JULIAN, LA IMAGEN MAS TRISTE DE LA ANDALUCIA PROFUNDA, NUNCA LA   DEJARON SER ELA, SINO UN CORTIJO CON SU SEÑORITO.

sábado, 28 de julio de 2012

¡¡ADELANTE, BELEN!!

Anoche disfrutamos de un grato momento junto a los vecinos del barrio de Belén, al son de “pasodobles” interpretados por la banda de música “Maestro Flores”, que como siempre estuvo fantástica, volvimos a recuperar nuestra cultura popular en su versión más genuina, la fiestecilla de barrio, la verbena, la conversación amena y distendida entre paisanos al fresquito de la noche veraniega.
            Belén, un barrio obrero y campesino, una de las grandes velas de este buque llamado Marmolejo, deberá desplegarse de nuevo y buscar  vientos que nos hagan navegar por nuevas rutas de democracia y entendimiento, de compromiso social y de participación y eso es lo que en realidad ayer comenzó a elaborarse, la hoja de ruta para llegar a ese destino.
            Nosotros, la Asociación de vecinos “Poblado de San Julián”, estuvimos allí, como no podía ser de otra manera, alentando y empujando. Estas fueron las palabras que nuestro vicepresidente, Javier Perales, dirigió a todos los asistentes animando a que participen y se integren en la nueva Asociación de Vecinos del Barrio de Belén:

            Buenas noches, ante todo, agradecer a la AAVV del Barrio de Belén, el habernos invitado a esta fiesta con la que queréis iniciar vuestra singladura en este apasionante mundo del movimiento vecinal y  participación ciudadana, por nuestra parte y hablo como representante de la AAVV Poblado de San Julián, encantados de estar aquí, con todos vosotros, alentando y apoyando esta iniciativa que hoy ponéis en marcha y que sin duda será muy positiva para todo el barrio de Belén.
Quiero hacer una breve reflexión para que sepamos valorar en su justa medida la importancia del momento que vive nuestra sociedad marmolejeña, no estamos descubriendo nada nuevo, al contrario, las asociaciones de vecinos tienen ya un largo camino recorrido y una dilatada historia por todos los lugares de nuestra geografía nacional, donde se entienden como cauce normal y democrático para hacer llegar la voz de los vecinos ante la clase política y gobernante, colaborando en este sentido a facilitar la acción de gobierno, claro que para ello es necesario que quien gobierne no se tape los oídos y quiera escuchar, pues para eso estamos aquí, para hacernos escuchar.
Desde nuestra experiencia de la AAVV Poblado de San Julián, os puedo asegurar que el camino no ha sido nada fácil, el haber sido la primera asociación de esta índole que escapaba al férreo control de las estructuras de poder establecidas en nuestro querido Marmolejo, nos ha supuesto un aluvión de enfrentamientos, injurias, descalificaciones, en fin, se nos presentó como la mayor desgracia que le puede ocurrir a un pueblo, pero no quiero hablar ahora de ello aquí para que no cunda el desaliento.
 De todas formas hoy la situación ha cambiado, corren vientos favorables para que este asociacionismo se desarrolle con independencia y libertad, debemos ser Asociaciones  plurales integradoras de todos los vecinos que quieran participar, nuestro objetivo debe ser el interés común, mejorar la vida en nuestros barrios y en nuestro Pueblo y para ello, estaremos, como “moscas cojoneras”, recordando continuamente a nuestros gobernantes, sean del color que sean, que son ellos quienes deben estar al servicio de los ciudadanos y no al contrario. MUCHAS GRACIAS.

domingo, 22 de julio de 2012

UNA NOCHE PARA EL RECUERDO.


       Nada mejor contra el hastío de las calores veraniegas que esperar a que la Tierra, con su movimiento de rotación sobre su propio eje, consiga ponernos a la sombra durante toda una noche, eso aquí en San Julián ocurre cuando vemos ocultarse el Sol tras las lomas de olivares de la Aragonesa, es entonces el momento de salir a la calle y disfrutar de la brisa fresca que en estas vegas provoca la humedad de la tierra regada y la proximidad del río. Si además, esa brisa refrescante viene acompañada de dulces acordes musicales que deleiten nuestro oído y relajen nuestra mente del sofocante estrés diario, transportándonos a paraísos personales deseados, la noche, será perfecta.

                     
      Efectivamente, así fue esta noche pasada en nuestro Poblado, inolvidable, un año más hemos contado con la actuación de la joven banda de música de la Asociación Musical “MAESTRO FLORES”, que con un concierto magistral nos hizo vibrar a todos los asistentes.

                           
            Anoche San Julián, huérfano de su alcalde pedáneo, volvió a  reivindicarse ante el Pueblo de Marmolejo, a decir que también existe y que formamos parte de él, por ello la presencia del Sr Alcalde y Concejales nos colmó de satisfacción, de la misma manera que nos duelen otras “ausencias” representativas de la sociedad marmolejeña, porque esta Asociación Vecinal, querida por unos y tan odiada por otros, simplemente es un proyecto de participación ciudadana, que pretende estar con todos y así lo estamos demostrando día a día con nuestro trabajo y empeño, dando lo mejor de nosotros mismos, como anoche, sin ir más lejos, se pudo comprobar.
                      

                 
      Afortunadamente la situación en Marmolejo ha cambiado, el pasado, sin olvidarlo, está enterrado. No hay más camino que el del diálogo y la cooperación, contar con los ciudadanos, dejar que expresen sus demandas a través de sus asociaciones, es importante y sobretodo, democrático. Las estructuras monolíticas de los partidos políticos, “depositarios de la voluntad popular”, tendrán que adaptarse a las nuevas exigencias sociales, abrirse al  movimiento ciudadano e impregnarse de ciudadanía, porque de lo contrario el sistema hará aguas.
                      

            Quien así no lo entienda y pretenda mantenerse atado al pasado con sus cabetes, impidiendo que sus pies caminen hacia adelante, con todos los demás, estará condenado a caer estrepitosamente.

sábado, 14 de julio de 2012

HISTORIAS Y RELATOS DEL POBLADO DE SAN JULIAN.


               EL CABALLO DE “SOLANO”:

El caballo de mi padre (Solano), se llamaba “Lucero”, su historia se remonta a los años comprendidos entre el año 1945 y 1970, es decir, la vida de este animal pudo haber durado aproximadamente unos 25 años.
Me dispongo a contar este relato, porque, aunque caballos hay muchos, este fue algo especial, siempre empleado en las faenas agrícolas.
Los colonos de San Julián que vivían por aquellos entonces y que algunos aun viven, cuando lean estas líneas, enseguida sabrán de lo que voy a hablar.
Pues bien, “Lucero”, que era de color marrón claro con un lunar blanco en la frente, de ahí su nombre, lo compró mi abuelo paterno en un cortijo de Andújar llamado “Mencali”, con unos 15 meses de vida, lo cuidaba un gitano y pagó por él, en aquellos años, 2500 pesetas.
Cerrado el trato, mi abuelo regresó con el animal a su pequeña finca, una viña situada más allá del cortijo de “los cipreses”, en término municipal de Lopera, donde vivía con su familia, mi abuela, mis tíos y mi padre, la viña se llamaba “el chozo”, por ser una choza donde habitaban. En esta morada criaron mis abuelos a sus hijos, nacidos todos ellos en Montilla (Córdoba) y allí permaneció “Lucero” con ellos durante dos años, hasta que un veterinario lo capó y mis tíos comenzaron a domarlo para adiestrarlo en los trabajos agrícolas.
                 
                                         Cortijo "Los cipreces".
Cuando mi padre se casó, le arrendó a mi abuelo materno (el Pavillo) la parcela y la casa, aquí en San Julián y fue entonces cuando instalados ya mis padres en el Poblado, se trajeron a “Lucero” para sembrar algodones que era el cultivo al que, como ahora, casi todos los colonos se dedicaban.
Todo se hacía con bestias en aquellos años y “Lucero” pronto destacó por su habilidad en la ejecución de cualquier labor agraria, siembra, planet, cuchilla, aporcador, etc. Mi padre lo conocía muy bien y  cuando realizaba alguna faena en la parcela, cada vez que tenía que dar la vuelta, el caballo, con mucho cuidado la daba y no pisaba ninguna planta de algodón, además, si mi padre lo dejaba parado en mitad del surco, aunque estuviera dos hora, “Lucero”, no se movía ni un centímetro.
Por las tardes, acabada ya la jornada, se quedaba suelto en la linde, debajo de unos ciruelos hasta que mi padre desde la puerta de la casa que dista unos 50 metros de la tierra, le chiflaba y “Lucero”, sin dañar ni una planta, acudía presto a la llamada de su dueño para acomodarlo en su cuadra.
Poco tardó “Lucero” en ser famoso y querido por todos los colonos de San Julián, tanto que mi padre casi no tenía que alimentarlo ya que a mi casa venían todos a pedir el caballo para hacer sus tareas en el campo y mi padre lo dejaba con la única condición de que le dieran de comer.
Quién más lo tenía era Antonio Casado, un colono que además de su parcela, mantenía unas pocas vacas lecheras, por cierto, que yo de niño, me iba todos los días con él para ayudarle a sacar las vacas a pastar y a ordeñarlas cuando volvíamos por la noche, por lo que me recompensaba con una cantarilla de leche para mi casa. Trabajaba con este buen señor un muchachote hijo de familia de colonos de aquí, de San Julián, él se encargaba de cuidar y de enganchar a “Lucero” al carro que poseía para ir por hierba para las vacas, por esta razón era quien más tiempo empleaba al animal.
Pero además de su extraordinaria aptitud para el trabajo, “Lucero”, realmente sorprendía por su gran nobleza y entendimiento, yo diría, casi humano, como podrán comprobar, si siguen atentos al relato.
Mi padre, en algunas ocasiones, nos montaba a mi hermano Antonio, el mayor, y a mí,  a la grupa del caballo, nos cruzaba la vía del ferrocarril por el antiguo paso a nivel del “Portichuelo de Lopera” y  “Lucero”, solito, portichuelo arriba, sabía orientarse perfectamente por entre esos pagos de viñedos, ya desaparecidos, y olivar, para llevarnos sanos y salvos hasta el cortijo de “Chimeneas”, en término municipal de Lopera, donde estaban de caseros mis abuelos maternos, “El pavillo y María la viñera”. Y digo que se orientaba solito porque mi hermano y yo tan solo éramos unos niños de 7 y 5 años respectivamente.
                                                                    
                                           Cortijo "Chimeneas", ruinas.
Siempre emprendíamos este viaje por la mañana temprano y cuando llegábamos al cortijo mis abuelos nos estaban esperando, permanecíamos allí con ellos todo el día y al anochecer regresábamos a San Julián, mi abuelo nos volvía a encaramar en el caballo y este, siguiendo los pasos de la ida, con ritmo sosegado y esmerado cuidado, responsable y conocedor de la frágil mercancía que portaba, nos retornaba de nuevo hasta el mismo paso a nivel, donde mi padre, impaciente, esperaba la llegada del entrañable convoy, que a veces, se producía bien entrada ya la madrugada.
Recuerdo también cuando tocaba ir por agua para beber, ya que en las casas no disponíamos de agua potable, mi padre le ponía a “Lucero” unas aguaderas de seis cantaros, tres a cada lado, nos subía a mi hermano y a mí y sin titubear, el animal se dirigía inequívoco hacia la fuente de “la zarza”, que por cierto, aunque en mal estado, aún existe, cuando llegábamos, “Lucero”, se postraba, agachándose para nosotros poder bajar solos y así permanecía hasta que con un cazo llenábamos los seis cántaros de agua, volvíamos a subirnos y de vuelta a casa.
                        
                                          "El portichuelo de Lopera."
De vez en cuando, mis abuelos, dejaban el cortijo (Chimeneas), para dar una vuelta por su casa de Marmolejo, situada en la calle Nueva, aprovechando estos días para la limpieza, compras o la ejecución de algún que otro trámite o papeleo. Cuando esto ocurría, mis padres, también aprovechaban para enviarnos con ellos y pasar unos días en el pueblo, tarea esta, como siempre, encomendada a “Lucero”, que puesto, por mi padre, sobre el camino de Marmolejo, ya sabía él que el destino era la casa de la calle Nueva, donde nos esperaba mi abuelo en la puerta para darnos hospedaje a los tres. Acabada la estancia, de nuevo, de vuelta a San Julián a lomos de nuestro querido “Lucero”, que era nuestro niñero, porque, repito, tan solo éramos niños de 7 y 5 años.
Nunca se me fue de la memoria el recuerdo anecdótico de un trabajillo extraordinario que le salió a “Lucero”, seguro que esto que les voy a contar, también lo recordarán los colonos más viejos del lugar. Se trata de cuando el extinto Instituto Nacional de Colonización decidió construir un canal con canaletas prefabricadas de hormigón en la zona alta de San Julián, concretamente el que pasa por el Cerro Pimiento, este se construyó sobre el antiguo canal de obra que había a ras de suelo, para sustituirlo porque ocasionaba problemas con el riego.
La empresa encargada de dicha obra, ante la escasez de maquinaria en la época, decidió alquilar un mulo, de los muchos que disponían los colonos, para tirar de un carro de dos ruedas de goma con unos ganchos donde se colgaba la canaleta, que pesaba sobre 500 kilos, para transportarla de una en una desde el Poblado hasta su lugar de ubicación en el canal, atravesando por caminos maltrechos y campo a través. El mulo, cuando llevaba varias horas trabajando se rendía y no daba un paso más y es que el animal pronto terminaba extenuado ante la dureza de semejante trabajo, no sirvió de nada probar con otros mulos porque a todos les ocurría lo mismo. Fue entonces cuando un colono le comentó al encargado de la obra que había en San Julián un vecino, apodado Solano, que disponía de un robusto caballo y que posiblemente tuviera la fortaleza necesaria para realizar el trabajo descrito. Este hombre, el encargado, desesperado ante la tardanza en la ejecución de la obra, pronto se presentó en mi casa preguntando por mi padre, con la intención de alquilarle el caballo. Mi padre exigió la condición de ir él dirigiendo a “Lucero” y cobrando además su jornal, cuestión que rechazó el encargado argumentando que la empresa ya disponía de personal contratado para ello y que lo único que necesitaban eran los servicios del animal, finalmente y como mi padre sabía que “Lucero” no atendería la órdenes de otra persona desconocida, accedió, seguro de que no tardaría, el citado encargado, en volver a buscarlo, como así ocurrió dos días más tarde.
Fue entonces cuando empezó a cundir el trabajo en la obra, ya que “Lucero”, dirigido por mi padre estaba todo el día transportando canaletas, aunque después de varios días de trabajo, el encargado, bien por presión de sus jefes o por listillo, no paraba de instar a mi padre para que acelerara el ritmo, hasta que un día ya, descaradamente, llegó a preguntarle, “¿Solano, ese caballo no tiene otro paso?”, mi padre, con el mismo descaro, respondió, “Sí tiene otro, pero es más corto que el que lleva”, rápidamente cogió la indirecta este encargado que tuvo que conformarse con no perder el que llevaba. Ya no volvió a increpar más, en este sentido, a mi padre, que sabía perfectamente que no encontraría otro animal en la zona para hacer este trabajo.
El final de esta historia, real como la vida misma, no es nada alegre, aún se me pone el vello de punta y me acongojo cuando recuerdo aquella trágica escena, pero esto no es el guión de una película para cambiarla por otra más feliz, así que con la vista borrosa y el nudo en la garganta me dispongo a relatarla.
Como ya he comentado en párrafos anteriores, “Lucero”, mi añorado caballo de la infancia, llegó a ser muy querido entre todos los colonos de San Julián, porque a todos ayudó en sus faenas agrícolas y fue un día como otros tantos, de finales de Mayo o principios de Junio de 1970, creo recordar, trabajaba dando planet al algodón con un colono que se lo había pedido a mi padre, después de estar toda la mañana en aquella parcela, cuando llegó el medio día, el buen hombre lo trabó en la linde, en una zona de hierbas frescas para que comiera. Eran más o menos las dos de la tarde, en mi casa ya estábamos comiendo y desde la ventana del comedor veíamos a “Lucero” allá, a lo lejos. También veíamos como en el cielo, cada vez más oscuro, grandes nubarrones formaban tormentas de estas típicas de verano, cargadas de aparato eléctrico, relámpagos, rayos precedidos de ensordecedores truenos que parecían romper los cristales de las ventanas. Mi padre comenzó a inquietarse y no paraba de decirle a mi madre, “Ana, tenía que ir por el caballo esto se está poniendo muy feo y no me gusta nada”, al tiempo que empezó a llover intensamente y vimos caer un rayo fulminante sobre “Lucero” que quedó tendido sobre el suelo con las patas hacia arriba, entonces exclamó mi padre, ¡Dios el caballo!, salió corriendo y mi hermano Antonio y yo detrás de él, nos pusimos calados hasta los huesos, pero cuando llegamos ya era tarde, “Lucero”, nuestro querido “Lucero”, yacía muerto, sobre la tierra que tanto había trabajado, como decía la canción, “cavándose su propia tumba ganó su último jornal”, el rayo lo había atravesado, aún mantenía la boca llena de hierba verde. En mi corta vida, por aquel entonces, nunca había visto a mi padre llorar tan desconsolado y nosotros con él. Aquel trágico final de “Lucero” supuso un trauma en nuestras vidas que tardamos algún tiempo en superar.
Y esta fue la historia de “Lucero”, un caballo querido por todos al que solo le faltó hablar. Espero que el relato les haya interesado y entretenido, gracias por dedicarle un ratito de su tiempo a leerlo, porque este es uno de los anhelos de esta Asociación de Vecinos de San Julián, recuperar nuestra historia y cultura  para transmitirla y darle a lo nuestro el valor que merece. Yo como descendiente de colonos y actual colono, añoro mucho aquellos años en los que este Poblado estaba habitado y unido en su totalidad y ese es otro de los retos que esta Asociación persigue, por lo menos que en algo volvamos a parecernos a lo que fuimos, aunque haya personas, incluso mayores que yo, que no quieran entenderlo, sabrá Dios por qué motivos. Un saludo.
                                                       Francisco Cáliz García (SOLANO, hijo).

                       

Vecino autónomo.
Gracias a ti Paco por esta historia tan entrañable que nos cuentas, que a todos nos ha puesto el nudo en la garganta, las páginas de este blog están abiertas a los socios  de nuestra Asociación y a todos aquellos colaboradores que quieran aportarnos algo que nos sirva para seguir adelante en la recuperación de tantos valores perdidos.
Hoy tú, con este relato inmortalizas y rindes merecido homenaje a tu caballo, a tu amigo de la infancia, porque cuando pulse la tecla de mi ordenador para darle entrada en nuestro blog, el milagro de la tecnología, con la misma rapidez de aquel rayo asesino que acabó con su vida, permitirá que su historia se pueda leer en multitud de pantallas de todo el Mundo.
Vaya también nuestro pequeño homenaje, con estos versos de Atahualpa Yupanqui  a “Lucero”, ese caballo tan querido, símbolo ya en nuestro Poblado de la unión, el esfuerzo y la solidaridad entre todos los colonos.
       “Era una cinta de fuego galopando, galopando.
       Crin revuelta en llamaradas, mi alazán te estoy nombrando.
       Trepó las sierras con luna, cruzó los valles nevando, cien caminos
      anduvimos, mi alazán te estoy nombrando.
     Oscuro lazo de niebla te pialó junto al barranco.
    Como fue que no lo viste, que estrella andabas buscando.
    En el fondo del abismo, ni una voz para nombrarlo.
    Solito se fue muriendo mi caballo, mi caballo……………..
   Si es como dicen algunos hay cielos pa´l buen caballo, por
   ahí andará mi flete galopando, galopando”.





jueves, 5 de julio de 2012

NUEVAS TECNOLIGIAS EN SAN JULIAN.












Esta mañana, curiosamente, nos hemos despertado en San Julián con un ruido extraño, al que estamos poco habituados en este Poblado y es que acostumbrados a la algarabía matutina de los pajarillos y a algún que otro mugido lejano de vaca, cuando por cualquier circunstancia cambia esa melodía habitual, nos resulta raro e incluso preocupante, máxime si el ruido insiste, no es pasajero, ni se puede asociar a maquinaria agrícola alguna conocida en el lugar, ni siquiera al propio tránsito ferroviario tan cercano y familiar.  Afortunadamente, no se trataba de ninguna operación  invasora por parte de seres de otros mundos, ¡nada de eso!, simplemente era una máquina barredora limpiando las calles, pero claro, este artefacto, tan habitual en las calles de cualquier barrio de Marmolejo, aquí  aun nos parece un espejismo. ¡Bendita tecnología que nos llega 24 años más tarde!, no quiero que nadie interprete que nos molesta la presencia de esta máquina en nuestras calles,  hay demasiados días en el año para despertarse con el canto de los pajarillos, sino todo lo contrario, lo que verdaderamente nos molesta es verla tan poquitos días, porque claro, la máquina no viene sola, sino que lo hace acompañada de un equipo de operarios encargados de la limpieza general del Poblado y la verdad, cuando esto ocurre, posiblemente nos estén criticando ya por guarros.                                                                                                                        
Sin ir más lejos, un indicador de que esto que decimos es cierto lo tenemos en el mapa de malas hierbas urbanas de calles y jardines, si observamos existen especies como Lactuca scariola (lechuguetas), Erigeron canadense (coniza), Chenopodium albun (cenizo), Amrantus blitoides (bledo), entre otras, todas ellas empiezan su germinación a la salida del invierno y principio de primavera, culminando su ciclo vegetativo ahora en el verano, tras la floración, fecundación y formación de fruto o semilla, que es precisamente en el estadio en que se encuentran actualmente, es decir, culminan su ciclo biológico y nadie ha venido antes a quitarlas.

Hoy que por fin contamos con la presencia de esta maravilla de la tecnología en nuestras calles, nos inunda una preocupación al verla pernoctar a la intemperie, en la Plaza Mayor, de haberlo sabido, ¡cualquier vecino hubiera ofrecido su cochera para alojarla!, ante la privatización del uso de instalaciones públicas municipales que está desarrollando nuestro Alcalde Pedáneo.
                                                           

                        

No podemos correr el riesgo, con los tiempos que corren por estos lares, en los que hasta desaparecen piscinas con el agua y todo, de que le ocurriera algún desgraciado siniestro a este portento de la inteligencia humana. ¡NO! bajo ningún concepto permitiremos que esta imposibilidad de alojarla en lugar público seguro, se convierta en el argumento justificativo de sus escasas y tardías visitas, si fuere preciso montaremos turnos de guardia para que nadie la toque, pero ¡por favor!, ¡QUE VENGA MAS A MENUDO!.

martes, 3 de julio de 2012

COSAS QUE OCURRIERON POR ESTOS LUGARES.

Bandolerismo de extorsión en Marmolejo: el incendio del Cortijo de San Julián
    Traigo hoy a las páginas de este blog un caso de delincuencia de extorsión o chantaje que tuvo lugar en el Cortijo de San Julián hacia 1886, casi 70 años antes de que en sus tierras reverdecieran, por vez primera, los algodonales y  maizales,  cultivados con especial cariño y laboriosidad por las familias de colonos asentadas allí desde 1953.   
   Esta modalidad de delincuencia se impuso con éxito en la década de los ochenta del XIX, en bandas tan conocidas como las del Bizco de Borge y Manuel Melgares, jefes de una partida, cuyos integrantes, naturales en su mayoría de pueblos de la comarca de La Axarquía, operaron activamente por tierras malagueñas y cordobesas entre 1880-1887.  No podemos afirmar que el caso que nos ocupa a continuación fuera promovido por personas relacionadas con partidas de bandoleros  propiamente dichas, pero sí es evidente que actuaron a imitación de ellos para sacar suculentos beneficios con sus actos chantaje.
  En el diario “El Imparcial” de Madrid aparecía, el 11 de agosto de 1886, la siguiente noticia: “Desde hace unos cuantos meses, no pasa día sin que la prensa de cuenta de incendios intencionados en predios de Andalucía, y muy especialmente en la provincia de Jaén. El Bandolerismo en aquella región se manifiesta en constante ejercicio, unas veces, asaltando a mano armada a los viajeros o a los cortijos, otras apoderándose de las personas acomodadas para mantenerlas en secuestro hasta obtener crecido rescate, y actualmente devastando por el incendio la propiedad si no se satisface la cantidad exigida al propietario por medio del anónimo.
 En una de las regiones más agrícolas de la Península, en la que el producto de la tierra constituye la casi exclusiva riqueza, el propietario encuentra amenazado constantemente su  patrimonio si no paga crecido tributo al bandolerismo.
 Tenemos a la vista una carta de Marmolejo, en la cual se da cuenta detallada de los medios que se ponen en práctica para exigir crecidas sumas con la amenaza del incendio y con su realización si no se satisfacen las exigencias de los criminales. Vean nuestros lectores la carta en que se da cuenta de semejante atentado: El día 19 del pasado mes fue   avisado el comandante del puesto de la Guardia Civil de Marmolejo, José Rodríguez Simón, de que D. José María Ruano, representante del dueño de los cortijos de San Julián, acababa de recibir una carta en la que se le exigían 2500 ptas bajo la amenaza de poner fuego al haza de trigo y cortijos citados.
  Enterado el comandante de puesto del sitio indicado por los bandidos para colocar el dinero, que era en una de las orillas del Guadalquivir, tomó las medidas convenientes, colocando después un pequeño saco lleno de calderilla, sin conseguir el resultado que se esperaba, por no presentarse los criminales.
  Como en  segundo anónimo dirigido al expresado señor, se le pidiera, no ya la anterior cantidad, sino 3750 ptas bajo la propia amenaza, falleciendo el Sr. Ruano en aquellos días sin que la familia con tan triste motivo llegara a acordarse de colocar el dinero en el punto precisado, cumplieron los bandidos la amenaza, prendiendo fuego al trigo, quemándose unas 5000 fanegas, no llegando a los cortijos el voraz elemento, gracias a las acertadas disposiciones de la Guardia Civil, que trabajó sin descanso. Después de varias indagaciones llevadas a cabo por el sargento Simón, pudieron ser capturados los presuntos criminales, que puestos a disposición del juzgado, confesaron ser autores del citado crimen. Son vecinos de Marmolejo, llamándose Juan y Pedro Barragán Ruiz, personas tenidas por honradas en esta población.
  Se han distinguido en la captura de los dos bandidos, trabajando cuanto humanamente les fue posible en la extinción del incendio, además del sargento Simón, José Rios, el cabo segundo, Diego Prieto López y Vicente y José Ocaña Cabrera, que se han hecho acreedores a recompensas y a ser recomendados a los generales Cuéllar y Cervino.
  Bien merece elogio el cebo desplegado por la Guardia Civil para el descubrimiento y captura de los culpables pero como no se trata de un solo hecho, sino de muchos que hasta ahora permanecen envueltos en el misterio y la impunidad, el gobierno y sus delegados en aquella provincia deben adoptar las medidas más rígidas y apropiadas, no sólo para castigar con energía tan repugnante delincuencia, sino para precaver hechos tan incalificables. No es posible levantar a la debida altura la industria agrícola en nuestro país, si a más de las crecidas contribuciones territoriales, de no contar con vías de comunicación para que circulen sus productos, el bandidaje se encarga de apoderarse por medio de la amenaza del importe de los frutos antes de recolectarse, o devastar y arruinar la propiedad si no se satisfacen las atrevidas exigencias”.

 La ola de incendios intencionados del verano del 1886 afectó también a otros lugares de nuestro entorno geográfico como la finca de la Dehesa que la casa de Medinaceli poseía en Espeluy y la finca del Barranco propiedad de Manuel Pérez de Vargas y Castejón, conde de Agramonte,  gran contribuyente de  Andújar. 
  El cortijo de San Julián era el latifundio más extenso  y fértil del término municipal de Marmolejo, con una superficie cercana, por estos años, a las 3000 hectáreas, básicamente integradas de tierras calmas dedicadas al cultivo extensivo de cereales. Pertenecía a uno de los linajes nobiliarios de más notoriedad en España; la casa ducal del Infantado. Su titular era Andrés Avelino de Arteaga y Silva Carvajal (1833-1910), XVI duque del Infantado y séptimo marqués de Valmediano, entre otros muchos títulos. La inmensidad  de este latifundio abarcaba las fértiles vegas aparceladas entre 1952-53 por el Instituto Nacional de Colonización, así como las campiñas colindantes  dedicadas a cereal y olivar con límites en la zona conocida como Portichuelo de Lopera, cerro de las Monjas y Mirabuenos.
  Generalmente estos latifundios estaban a cargo de administradores que, a su vez, se apoyaban en encargados y capataces, con amplios poderes para realizar las contrataciones de los jornaleros de la zona, incurriendo, a menudo en abusos de poder  y vejaciones humillantes sobre el personal contratado por lo que, a menudo, estas fincas eran blanco de acciones de venganza y sabotaje llevadas a cabo no necesariamente por partidas de bandoleros sino por personal agraviado. Si es cierto que, en ocasiones, las partidas de bandoleros actuaron en nuestra región  como auténticos justicieros en beneficio de los más débiles, pero no parece ser éste el caso que nos ocupa, pues los susodichos hermanos Juan y Pedro Barragán Ruiz no eran bandidos al uso, como afirma el articulista del Imparcial, sino ciudadanos, bien considerados, que pudieron actuar, probablemente presionados por alguna circunstancia personal extrema.
   En el caso de esta finca ya encontramos otro episodio relacionado con el incendio de sus almiares, algunos años antes (septiembre de 1865), sin que se puedan  precisar sus causas.  Una vez más, aparece destacada la labor de la Guardia Civil en su labor de protección de esta gran propiedad.  
  Meses después del espectacular incendio del Cortijo de San Julián, se repitieron en Marmolejo otros  episodios de extorsión, siendo de nuevo  destacados en el diario “La Época” del 15 de enero de 1887. Dice así: “A pesar de la muerte de los tres bandidos más terribles que infestaban Andalucía, no debe haberse extinguido totalmente esa plaga pues en el “El Industrial” de Jaén leemos que en Marmolejo, por ejemplo, continúan recibiéndose anónimos pidiendo dinero y amenazando a muchos propietarios valiéndose del nombre de Melgares.
  Ahora le ha tocado al vecino D. Francisco Delgado, que halló una mañana cierta carta en el pasillo de su casa. La carta reclamaba 10.000 reales en dinero que el Melgares pedía se colocaran en un hoyo detrás de la huerta llamada del Hospital, en las afueras de Marmolejo. Un mozo de toda confianza del Sr. Delgado habría de conducir la suma que se exigía. La Guardia Civil tomó sus medidas para la captura de los criminales, pero no pareció a recoger el dinero” .

  Como en el caso anterior del incendio del cortijo de San Julián estaríamos ante un caso de extorsión provocado por algún vecino de Marmolejo, pues el célebre  Manuel Melgares ya había fallecido hacia finales de diciembre de 1886,   probablemente a consecuencia de un ajuste de cuentas entre miembros de la partida del “Vizco de Borge”, en las cercanías de Encinas Reales, donde su cadáver encontró sepultura el 12 de enero de 1887.