AAVV SAN JULIAN

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martes, 7 de febrero de 2012

APUNTES PARA LA HISTORIA.








  Traemos hoy a las páginas de nuestro blog, los interesantes apuntes que sobre su familia nos aporta Mariano Jurado Arcos. Con ellos nos rememora algunos datos biográficos de su tío Juan José y de su padre, Mariano Jurado, dos marmolejeños de bien que hasta el final de sus días fueron fieles a unos ideales de justicia y libertad por los que hubieron de padecer enormes sufrimientos.
  
   Nuestro colaborador vive actualmente en tierras valencianas, en Aldaia, hacia donde marchó, en compañía de su familia, buscando un futuro mejor en 1969.  Con los años, y la llegada de la democracia, tanto Mariano como sus hermanas colaboraron activamente en la gobernación de ese importante municipio levantino, formando parte de las corporaciones democráticas de los últimos años en las candidaturas del Partido Socialista.


RECUERDOS DE MI FAMILIA:

Por: Mariano Jurado Arcos

   Esta es la “pequeña” historia de los perdedores, la de más de media España. Una historia tapada por el miedo, que aún hoy no interesa reescribir con la perspectiva reconciliadora, después de 70 años.
   Yo soy hijo de aquella historia: de silencios, de resignación, de no remover….”. El hijo de Marianillo podía aprender un oficio, es habilidoso…!porque otros estudios NO. Es de padres rojos”!...Y así fue. Con muchos esfuerzos de mis padres, (mis tres hermanas solo fueron a “las nacionales”), estudié en la SAFA de Andújar, becado por el P.I.O.  y acabé Maestría Industrial.
     Aquel verano del 69, tan convulso y preñado de cambios internacionales, el hijo de los obreros Mariano Jurado y Francisca Arcos, lleno de formación de los jesuitas, además de los genes familiares y el despertar de la realidad social, me trajeron a Valencia, poco después, a toda mi familia.   ¡Todos trabajando o en la escuela…!. ¡Qué cambio de trabajo!, diría mi padre, toda su vida sin un solo día de descanso.
    Por mi parte en esta tierra, y las personas que tuve la suerte de conocer, me han ayudado a trabajar por una sociedad mejor, más justa, más libre, y desde esa visión, milito en partidos de izquierdas, en sindicatos, ONG y asociaciones, en beneficio de la comunidad. He sido 8 años concejal...seguramente como lo hicieron Juan José, Mariano…y tantos familiares nuestros en Marmolejo. ¡Qué buena semilla sembraron con sus vidas y sus ejemplos!.

                                      
                                       Elvira Castro Amaro, mi abuela.


   
    Mi tío, Juan José Jurado Castro:

  Acabada la Guerra Civil y casi hasta la llegada de la democracia, políticamente, el silencio y el miedo eran el contexto de la vida diaria de centenares de familias en Marmolejo. Los recuerdos familiares cada uno se los rumiaba o los quemó en su vida.
  Estos comportamientos no fueron distintos en nuestros padres y abuela, (Mariano Jurado Castro, Francisca Arcos Cosano y Elvira Castro Amaro). Nunca nos contaron nada de su pasado político y de la Guerra. Sólo, recientemente, muerto el dictador, nuestra madre y nuestra abuela nos contaban algo que necesitábamos: que son nuestras raíces, nuestro pasado, nuestros orígenes, nuestra identidad.


                                                   
                                                           Juan José Jurado Castro.
                                  Foto realizada en Ciudad Real, el 24 de Octubre de 1936.
      

El tío Juan José presidía el zaguán de casa en la calle Norte nº 23; es una preciosa foto de un joven guapo. Mis hermanas  y yo lo teníamos admirado y mitificado; desde luego todo lo que nos llegaba de él alimentaba esta imagen. Hortelano, alto, guapo (dicen que tenía la novia más guapa del pueblo), honrado, culto, autodidacta (creemos que le enseñó algo Manuel Moreno); implicado en los problemas políticos de su tiempo y de su pueblo, defensor de los jornaleros y de la República, con facilidad de palabra, lector, escritor. Era el mayor de los tres hermanos y en él mis abuelos se apoyaban. Vendía las naranjas y hortalizas de la huerta de Los Naranjos (1) y entregaba las cuentas cabales. Enseñaba en la Casa del Pueblo lo que él había aprendido. Conservo el original de una libreta manuscrita por él, preciosa, se llama “Normas de Ortografía Dudosa”.

  Sabemos que escribió una o dos novelas y algunos motetes de teatro que según mi tía Manuela se quemaron con todas sus cosas después de Guerra. También nos contaron que escribía artículos políticos en periódicos, no sabemos si firmados por él, o con distintos seudónimos. En su casa tenían, en aquella época, el periódico todos los días.
 Nos dijeron que fue Secretario General de las Juventudes Socialistas de Marmolejo.  En aquella época, poco antes de la Guerra Civil (10-9-1935) murió mi abuelo Mariano Jurado Torralbo. Mi tío no estaba en el pueblo –no sabemos donde estaba- lo cierto es que acudió al entierro de su padre en un coche acompañado por algunos señores “con traje”. Acabado el entierro se despidió y nunca más se volvió a ver (2).
   Se escribía con la familia a través del “Chinito”, una familia amiga y no implicada políticamente, para lo cual usaba como nombre de remite “Ángel Goya” y cambiaba la forma de la letra en cada carta.
   Mi abuela nos contaba que murió en Madrid con 19 años (27-11-1936), defendiendo el cerco de los fascistas, por un disparo de mortero. Yo personalmente siempre pensé que algún día volvería a casa con la democracia.
   Esta situación de no saber donde está, ¿cómo murió? y ¿cómo recuperar sus restos? y honrarlos para que descansen junto a su madre o hermano; ¿dónde encontrar sus escritos, artículos o mítines?... todas estas preguntas, y muchas más, nos inquietan y quisiéramos que alguien nos ayudara a responder.

   Mientras tanto, la abuela Elvira, viuda, y sin su hijos mayor –muerto en Madrid-, y mi padre (Mariano Jurado), queriendo seguir los pasos de su hermano, más joven pero sin su altura intelectual, era presa fácil de personas que lo utilizaban. Enseguida se fue al frente de Villa del Río, lo hirieron en una pierna y lo hicieron preso; lo condenaron a muerte. Era un niño de entonces.
  El papel de nuestras madres y abuelas en aquellas situaciones fue difícil: sufrimiento, lucha, resistencia, y sacar adelante a sus familias, siempre de una forma callada, muy meritoria, pero sin ningún protagonismo. La abuela y su hija, al empezar la guerra, tuvieron que irse fuera (a Rus) por los bombardeos, por miedo. Cuando volvieron habían saqueado la casa de la huerta, animales, grano, aceite, cosecha, muebles…no quedó nada. ¡Además en su casa de la calle de la Iglesia también cayó una bomba!. Las dos mujeres solas no podían llevar la huerta. Vendieron la casa de la calle de la Iglesia, vendieron olivos y ella –la abuela- empezó a vender hortalizas por Andújar que compraba en el pueblo, arreglaba, y andando iba y las repartía casa a casa, volviendo después de medio día. Cuando yo tuve conocimiento de niño aún lo hacía, entonces cogía “La Ureña” de las siete y volvía a las tres.

                              

                                        
                  Francisca Arcos Cosano, ni madre, natural de Cardeña (Córdoba).

    En aquella época, y sin ella saberlo, fue correo del Partido Comunista; entregaba cartas en mano mientras repartía hortalizas. A ella y a mi madre les hicieron barrer las calles de Marmolejo y tomar aceite de ricino para así expulsar el comunismo libertario. Después de cumplir 72 años, empezó a cobrar una pequeña paga (la mínima del momento); costó multitud de viajes a Andujar y Jaén, ¡ah!, y agradecidos. Mi abuela se vino a Valencia con su hija y mi tío Casto Buenafuente, y aquí murió con 92 años y está enterrada en Alfáfar.


  Mi padre: Mariano Jurado Castro:

  Aunque no tan agraciado, ni física, ni intelectualmente, como mi tío Juan José, si podemos decir de nuestro padre que fue una persona muy trabajadora por su familia. Muy luchador por sus ideas y coherente…!hasta los últimos días de su vida!.  Nada más morir mi tío (dos años mayor que él) mi padre: más impulsivo, más temerario, menos político, más directo y lleno de juventud (16 ó 17 años) le tocó el papel de “hermano de Juan José” al que admiraba y quería muchísimo. Como dije, su bautismo en el frente fue una herida de bala en una pierna.

   Nos contaba mi madre y mi tío Casto, cómo lo utilizaban algunos que no daban la cara y hacían pagar a “Marianillo”. Ese fue el caso de la paliza que le dieron a un médico y que “Marianillo” sólo hizo sacarlo de casa con la excusa de que “fuera a ver a su madre que estaba mala”. Mientras, los autores de la paliza esperaban al médico. A “Marianillo” lo recogía la Guardia Civil y lo encarcelaba antes de llevarlo a Andújar. A mi abuela le devolvieron la camisa con las pieles de las espaldas pegadas a la tela y ensangrentada. Juicios, pena de muerte, torturas, prisiones. Pasó por las cárceles de Marmolejo, Andújar, Jaén, Madrid, Burgos, Eibar, etc.

   De la prisión de Eibar nos contaba mi padre que la gente del pueblo les ayudaba y que incluso en los paseos que hacían hacia el trabajo se encontraban dinero en el camino que dejaban para ellos.
  Más tarde, después de 5 ó 6 años de prisiones salió y tuvo que hacer la mili –él era hijo de viuda, pero se le negó el derecho, al no ser adicto al Régimen, estuvo en Madrid y Algeciras, en batallones de trabajo, picando piedra para el ferrocarril. Nos contaba que mucho peor que en la cárcel, mal alimentados y en barracones, trabajos y disciplina duros…y sin rechistar.
  Recuerdo a mi padre trabajando 20 horas al día en trabajos durísimos, descargando abono de camiones o vagones, a espaldas sacos de 100 kilos; subir estos sacos por escaleras en la fábrica de sus primos “Los Juraos”. Recuerdo de que él tenía un sueldo fijo de 7 duros/día  -¡cuando trabajaba!-, la mitad de lo que cobraban los jornaleros eventuales.
  A él le prometían 500 ptas. o una “Mobilette” si había una buena campaña, una buena cosecha o después de la venta de los cerdos…o cualquier cosa. ¡Nunca hubieron buenas cosechas que compensaran, mínimamente, el duro trabajo y la dedicación de Marianillo!

                                                       
                                
                         Mi padre (derecha sobre la máquina) cuando estuvo confinado
                       en el Batallón de Trabajadores Penados nº 95, realizando trabajos
                     en el ferrocarril de Algeciras a Ronda, por la zona de Gaucín (Málaga).


    Hay imágenes que a pesar del paso de los años no se borran de nuestra memoria. Una de estas imágenes es de cuando en los veranos le llevaba la comida al mediodía a la fábrica de conservas de Los Juraos. Él estaba en las “chiveras”, un pasillo bajo y estrecho donde los quemadores de fuel-oil calentaban las calderas de agua, con un ruido infernal de los compresores, un calor que hoy no aguantaría nadie y negro, completamente negro, de fuel y humo.

    Recuerdo nuestra casa muy humilde, como la mayoría de los marmolejeños. No nos faltó ni pan, ni jabón. Un día mi padre se presentó en casa después del trabajo, todo contento; traía algo en la bicicleta envuelto en un saco. Abrió el saco y era una radio “Vanguart” de siete transistores. Lo había comprado a plazos. Mi madre le dijo de todo, pues tenían mil necesidades donde aplicar ese dinero. Cuento esto porque serían los años 60, la información era poca, mala y única, y él, muy tarde, por las noches, “escuchaba las noticias de la radio” (3). Mi madre le reñía y le decía que cualquier día tendríamos “un disgusto”; “si no había pasado ya bastante”. No es necesario explicar más.

    Mi padre tenía mucho empeño en que yo estudiara, supiera leer, escribir, y las cuatro reglas. Así que desde los 6 años mis hermanas y yo fuimos a la escuela, la mayor, María, pronto la dejó para ayudar a la casa, junto a mi madre, en la aceituna y en el algodón. Yo, el varón, puesto que no podría estudiar “una carrera” le recomendaron a mi padre que aprendiera un oficio, así que me prepararon (Don Ramón) y fuí a Jaén a una convocatoria de becas del P.I.O. Conseguí la beca, a pesar de ser hijo de padre comunista.  Después estudié en la SAFA de Andujar –siempre con beca-, siete años interno, desde los 12 a los 19 años, etapa de la que me siento muy orgulloso, especialmente por la formación social y humana que nos dieron.

  En marzo del 70, cargaron en un camión lo poco que tenían y llenos de ilusiones y sueños para sus hijos dejaron el pueblo y se vinieron a Aldaia. Mi hermana María y yo estábamos aquí desde el verano del 69.   Su vida cambió; vino viejo, quemado por el sol, y se fue rejuveneciendo. Siempre estaba de fiesta, decía él que no había tenido ninguna en toda su vida. Nunca le faltó trabajo y amistad de sus compañeros y sus paisanos (que buscaba por todos los sitios) y por supuesto desde el primer día que llegó, afiliado al Partido Comunista.

  Con la entrada del gobierno de Felipe González en el 82 y la ley de amnistía e indemnización de los presos políticos de la Guerra Civil, recopilamos toda la información, la enviamos al Ministerio y le dieron la amnistía total y una indemnización.

  Para acabar quisiera contar una anécdota de mi padre. Con motivo de una visita al hospital y un reconocimiento (TAC o resonancia magnética). El médico le preguntó a mi padre: ¿a usted le han torturado en la guerra?.  Él contestó que no. Esto sería alrededor del año 1983.  Mi madre que estaba delante se calló y al salir le dijo: “Mariano, ¿por qué no has dicho la verdad?. Él le explicaba a mi madre: qué le iba a decir, ¡que le habían dado torniquete en los brazos con un alambre!.

                                                    

                                              
                                            Mi padre, Mariano Jurado, ya de mayor,
                                            en la puerta de su casa de Aldaia.

Sesenta años después aún tenía secuelas físicas en su cuerpo por no hablar de pérdida de libertades, humillaciones, miedos y en el peor de los casos la pérdida de la vida de miles de jóvenes llenos de ilusiones caídos en defensa de  la libertad y la legalidad republicana: patrimonio de nuestras familias y nuestro pueblo.  Es de justicia conocer la historia real, -no solo la de los vencedores- y recuperar la memoria de nuestros antepasados. Nada de lo que tenemos hoy es gratuito, miles de personas en cada uno de los pueblos, jóvenes, mujeres, intelectuales, jornaleros…hicieron el camino de nuestras libertades hoy.

Post data: Este texto se escribe con las aportaciones de mis hermanas María, Elvira, y Ángela; también con la colaboración de mi tía, Manuela Jurado Castro.

Notas:

(1) Esta huerta era conocida como la Huerta de Herrero, ubicada en la actual calle de Fuente Olid, frente a la Cooperativa de San Julián

(2) Parece ser que en esos días que refiere Mariano, su tío, que acababa de salir de la cárcel tras sufrir condena por los sucesos del 6 de octubre de 1934, se encontraba alojado en casa de unos compañeros de Torredonjimeno. Juan José Jurado Castro, perteneció al Centro Instructivo Obrero de Marmolejo. Ejerció gran influencia entre las Juventudes Socialistas Unificadas no solo por su oratoria clara y convincente sino por su habilidad para escribir artículos de prensa y pequeños libritos de alto contenido didáctico para los obreros afiliados a la UGT.  Luchador empedernido contra las formas de gobierno caciquiles, su coherencia política le costó estar una semana en la cárcel de Jaén cuando solo tenía 16 años. Motivo: protestar contra la manera caciquil de destitución de la corporación socialista en marzo de 1934. Su participación en la huelga general del 6 de octubre de 1934 le supuso la vuelta a la cárcel para cumplir una condena de 10 meses junto al resto de jornaleros de la localidad. Su vuelta definitiva a Marmolejo, en febrero de 1936, tras permanecer alojado en Torrredonjimeno varios meses, fue celebrada con gran alegría por familiares y compañeros.  Durante la guerra se alistó en el Partido Comunista luchando en la defensa de Madrid, donde murió.

(3) Se refiere a Radio Pirenaica, que emitía desde Andorra para toda España bajo el patrocinio del Partido Comunista de España.



6 comentarios:

María Teresa dijo...

Os agradezco, de todo corazón, que nos ilustreis con vivencias tan interesantes y enriquecedoras como ésta. Seguid en esta línea tan positiva, siempre transmisora de valores y referencias históricas tan imprescindibles para la consolidación de nuestra identidad como pueblo.
Desde Córdoba, una seguidora

Anónimo dijo...

A ver cuando publicáis las actividades que vamos a desarrollar, que a mí me hizo mucha ilusión. La historia está muy bien, pero yo pienso que nuestra página tiene que ir por otro sentido y que conste que me encanta lo que leo, pero yo creo que para ello debéis de usar otro tipo de página...Vamos es mi opinión.

Anónimo dijo...

veo bien que tenga esta doble vertiente la pagina. Debe ser denuncia de la incompetencia del alcalde pedaneo y tambien difusión de la Historia de nuestro pueblo.

Antonio Rodríguez dijo...

Yo creo que todo puede tener cabida en esta página. Todo menos los insultos y el desprecio a las personas sean de las ideas que sean.

Anónimo dijo...

Pero es que la doble vertiente de la que hablas no es la imagen que debe de tener esta asociación. La asociación debe de ser creativa y realizar actividades y por supuesto ser reivindicadora. Lo de la historia lo veo fenómeno. Pero sin lo primero, la asociación no funcionará como tal. La ejecutiva debéis de poneros a trabajar en esa línea y entonces es cuando todas las reivindicaciones y movimientos serán mucho más valorados, ya que de esa manera se conseguirá la esta página sea la voz de todos los asociados.

Un aldeano dijo...

Desde Villa del Río he leído con gran interés el artículo de Mariano Jurado. Ojalá aquí, en Villa del Río, tuviesemos una página como ésta. Un saludo. Por cierto, cada día tiene más adeptos.