Hoy hemos participado en un hecho histórico, plantando árboles donde los hubo, recuperando patrimonio público para que San
Julián vuelva a disfrutar de su entorno originario. En un país que se desertiza
a ritmo preocupante no es ninguna tontería regenerar áreas verdes con frondosas
arboledas que pongan freno al desierto, riadas y demás efectos devastadores
provocados por este disloque climatológico que hemos dado en llamar cambio
climático; no sé si seremos capaces de frenarlo, pero lo que sí hemos frenado
hoy aquí, es el egoísmo de quien
pretende apropiarse, con un contrato de arrendamiento caducado, de lo que no es suyo, de lo que es del pueblo.
Y eso, en los tiempos que corren en este país empobrecido por estas conductas
faltas de escrúpulos y de ética que a todos/as nos avergüenzan como españoles/as,
ya es bastante. ¡Que cunda el ejemplo!.
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