Es una realidad que los
marmolejeños/as empiezan a labrarse un futuro de progreso en algunos de los
sectores productivos de nuestra localidad, pero hay un sector, quizás el más
importante, que aún tiene muchos deberes pendientes por realizar; me refiero al
sector agrícola, aún anquilosado en el individualismo y la desunión a pesar de los intentos positivos que, me
consta, se empiezan a promover desde el ayuntamiento y entidades agrarias en
pro de la unidad y el cooperativismo.
Pero aún por encima de esto hay un tema mucho más grave que es necesario
que abordemos con inmediatez para que se
vaya creando la consciencia necesaria, sobre todo en los agricultores olivareros. Me refiero al
grave problema de la erosión de nuestros olivares, y por tanto al
empobrecimiento de nuestros suelos. No es
un tema baladí, creedme.
Lamentablemente el uso indiscriminado de los
herbicidas, asociado al abuso del rodaje de maquinaria pesada, han convertido
el suelo de nuestros olivares, y sobre
todo el del sector de la sierra, en un duro terruño cada vez más erosionado y
empobrecido, que escupe violentamente toda el agua que recibe del cielo, al
carecer de cobertura vegetal y de
posibilidad de regeneración orgánica ni a
medio, ni a largo plazo. No tenemos
más que darnos una vuelta por los
olivares serranos (pagos de Aguilera, Ebreros, Cerro Parejo, Frailes, Loma de
Candelas, Ecijano, Lotoro, Pino
Mazuelos, Herradura, etc,) en un día
lluvioso de otoño, para comprobar el
daño que se ha hecho y observar cómo nuestros campos, faltos de la más mínima
brizna de hierba, ya no son capaces de retener el agua necesaria para cuando
los olivos la necesiten en los meses de verano.
Además cada vez son mayores los canjorros y
las transformaciones sufridas en el sistema de drenaje hídrico generándose auténticos problemas para el
tránsito de la maquinaria, e incluso de las personas, durante las labores de
recolección y del sulfatado de los olivos. Es una pena que la labor realizada
con mimo y tesón por nuestros antepasados, construyendo albarrás y maravillosos bancales, envidia de los mejores ingenieros,
para la retención del líquido elemento y del suelo fértil, haya sido destruida
en unos pocos años por la ineptitud y el ansia de beneficio del mal llamado
agricultor carente de noción alguna de las leyes básicas de la naturaleza,
leyes que, sin embargo, nuestros antepasados conocieron y respetaron.
En medio de la catástrofe y de la
tragedia que los malos hábitos de laboreo han ocasionado por un mal concepto de
las prácticas agrarias, me consta que existe una salida esperanzadora que ya han empezado a practicar algunos
agricultores marmolejeños, valientes y dispuestos, a no dejarse llevar ni por
el que dirán, ni por los vicios erróneos de
una mayoría movida tradicionalmente, desde hace 30 años para acá, por
una corriente de la sinrazón que tanto daño viene ocasionando a nuestra
agricultura. Se trata de algo tan
sencillo como permitir que nazcan las antiguas praderas en medio de nuestros
olivares, dejando de tirar los herbicidas en el otoño para luego hacerlo en la primavera. Están
consiguiendo con ello evitar la erosión
del suelo y que la tierra al estar más espongeada, absorba mayor cantidad
de agua tan necesaria para los meses del verano. Y no sólo eso sino que,
además, los suelos se enriquecerán y mejorarán en microelementos para el
perfecto equilibrio orgánico de las plantaciones.
Está claro que ya no podemos
volver a recurrir al arado de mulos, único que permitía una labor superficial
en sentido contrario a las pendientes, capaz de sujetar la fuerza de las aguas,
y sobre la que luego crecía la pradera, pero sí que podemos recurrir a esa
benefactora pradera en medio de las camadas y a la conservación de los viejos
lindazos y bancales. Porque ¿de qué nos servirá abonar nuestros olivos si
ese abono se lo llevará el agua y ni siquiera será capaz de penetrar en el
subsuelo por la dureza de la corteza que pisamos, en donde ya no seremos
capaces ni de hincar un clavo?
Desde este estupendo e interesante blog hago un llamamiento a todos los agricultores
de bien que de verdad se sientan
enamorados de su trabajo y de su actividad: ¡Por favor!, cuidad lo más preciado que tenéis que es el
suelo sobre el que viven y se alimentan vuestros olivos. No dejéis que la sierra
olivarera se convierta en un desierto sin vida vegetal alguna, pues si hoy ya no es capaz ni de crecer la hierba,
mañana posiblemente ni siquiera los
olivos puedan ser lo suficientemente
productivos que deseamos, hecho lamentable que ya está ocurriendo.
Un saludo, M.
Robles Hens
2 comentarios:
Llevo más de 40 años fuera del pueblo y en una de las útimas visitas a un antiguo olivar de mis padres ya comenté este mismo peligro, que muy bién explicas en tu articulo. Yo le comentaba a mi acompañante, en plan irónico, "que solo faltaba embaldozar el suelo de los olivos". Tienes toda la razón, pero es que además en las lindes habia piedras, arrayanes, musgos, lagartijas, pajarillos...¡¡habia vida !!. Seguro que tanta ambición matará nuestro más preciado bién...y entonces si que habremos ahorrado: TODOS los jornales. La naturaleza da todo, pero el hombre no puede olvidar sus leyes, nuestros padres con menos medios bién que lo sabian. Mariano.
Magnífico artículo, espero que tomen buena nota los agricultores olivareros.
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